
¿Por qué se creó este impuesto?
El impuesto a los plásticos de un solo uso surgió con la intención de desincentivar su uso, promoviendo alternativas más sostenibles y reduciendo el impacto ambiental generado por este material. Sin embargo, desde el principio, las críticas no se hicieron esperar.
La principal confusión giraba en torno a una pregunta clave: ¿quién debía asumir esta carga tributaria?
Problemas en la implementación
El diseño inicial del impuesto dejó muchas dudas, principalmente sobre quién era el responsable de pagarlo: ¿los productores, importadores o algún otro actor de la cadena productiva?
- Indeterminación legal: La falta de claridad en el hecho generador del impuesto llevó a interpretaciones ambiguas.
- Intervención de la DIAN: La Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) emitió varias directrices para aclarar estas dudas.
- Decisión de la Corte Constitucional: Frente a la incertidumbre, la Corte intervino y declaró inconstitucionales algunas disposiciones que definían los términos “productor” e “importador”, ajustando la responsabilidad tributaria al hecho generador del impuesto.
Aunque estas medidas trajeron algo de claridad, dejaron al descubierto una falencia estructural: la falta de certeza y precisión en las normas tributarias desde su concepción.
Impacto en la cadena productiva
Más allá de la incertidumbre legal, este impuesto ha tenido efectos significativos en la cadena de valor. Las empresas que trabajan con plásticos de un solo uso se enfrentarán a ajustes que afectarán su estructura de costos, además de la carga administrativa adicional para cumplir con la normativa.
Por otro lado, los beneficios ambientales, aunque innegables en intención, aún no son plenamente visibles debido a las dificultades en la implementación.

¿Qué pasará con este impuesto?
El futuro del impuesto a los plásticos de un solo uso está en manos del legislativo. Si bien el objetivo de proteger el medio ambiente es crucial, la forma en que se estructuren las normas tributarias es igual de importante para garantizar su éxito.
En este caso, el debate no solo debe centrarse en la pertinencia del impuesto, sino en la necesidad de que las leyes fiscales sean claras, equitativas y alineadas con los principios constitucionales.
Reflexión final
La eliminación de este impuesto plantea una pregunta esencial: ¿cómo podemos diseñar políticas fiscales que logren un equilibrio entre sostenibilidad ambiental y certeza jurídica?
Independientemente de si el impuesto se mantiene o se elimina, es vital que el legislador aprenda de esta experiencia para diseñar normas más claras, evitar incertidumbres y garantizar que las medidas fiscales cumplan su propósito sin generar barreras innecesarias.
El desenlace de este debate, sin duda, será clave para el futuro de la política ambiental y tributaria en Colombia.